Unción de los Enfermos en el Monasterio de las Madres Concepcionistas, 10 de febrero, dirigida por el Padre Ángel Jimbo al Grupo Eucarístico Juan Pablo II
El pasado 10 de febrero, el Monasterio de las Madres Concepcionistas fue escenario de un acto lleno de fe y esperanza, con la celebración de la Unción de los Enfermos, dirigida por el Padre Ángel Jimbo, en la que participaron miembros del Grupo Eucarístico Juan Pablo II. Esta ceremonia espiritual fue un momento de recogimiento y oración, que brindó consuelo y fortaleza a los enfermos presentes, ofreciéndoles el sacramento como fuente de sanación y paz interior.

El evento comenzó a las 10 de la mañana, con una breve reflexión del Padre Ángel Jimbo sobre el significado y la importancia de la Unción de los Enfermos dentro de la tradición católica. «Este sacramento no solo es para la curación física, sino que sobre todo busca la sanación del alma, fortaleciendo el espíritu en momentos de sufrimiento», expresó el sacerdote, destacando cómo la Iglesia, a través de este rito, acompaña a los fieles en su dolor y les ofrece la gracia divina.

A lo largo de la jornada, varios miembros del Grupo Eucarístico Juan Pablo II, un grupo comprometido con la vida de oración y servicio en la comunidad, participaron activamente en la organización y preparación del evento. Los enfermos fueron llamados uno por uno para recibir la unción, un acto lleno de solemnidad en el que el aceite consagrado fue aplicado en sus frentes y manos, mientras el Padre Ángel Jimbo recitaba las oraciones correspondientes.

El ambiente en el monasterio estuvo marcado por un profundo respeto y recogimiento. Los asistentes, tanto enfermos como familiares y miembros de la comunidad, acompañaron con oraciones y cánticos, creando un clima de solidaridad y unidad en la fe. Al final de la ceremonia, el Padre Ángel animó a todos a seguir confiando en la misericordia de Dios, recordando que cada sufrimiento es una oportunidad para acercarse más a Él.
Este acto de la Unción de los Enfermos fue un testimonio del amor y la compasión de la Iglesia hacia los más necesitados, especialmente aquellos que atraviesan momentos de enfermedad y dolor. Para los integrantes del Grupo Eucarístico Juan Pablo II, fue una ocasión de vivir el servicio cristiano, ayudando a los hermanos en la fe a sentir el abrazo consolador de Dios en sus vidas.
La jornada concluyó con un momento de oración comunitaria y la bendición final, dejando en los corazones de los asistentes una profunda paz y esperanza.